El azúcar es un agente indirecto de la enfermedad, pues
fomenta la obesidad. Es crucial controlar su ingesta y adoptar hábitos
sanos como hacer ejercicio. La resistencia a la insulina es la razón de
la diabetes tipo 2. Aunque el páncreas la segregue, el organismo
necesita más cantidad para procesar los azúcares, hasta tal punto que
resulta insuficiente en las personas que desarrollan la enfermedad. Lo
que no está tan claro es por qué se produce esta resistencia. Sí se sabe
que la obesidad, el tabaquismo y la falta de ejercicio aumentan la
probabilidad de desarrollarla.
Un estudio publicado en Cell Reports sugiere que el gen
NAT2 puede estar detrás de la incapacidad de las células musculares y de
grasa para procesar el azúcar. Pero como todavía no está clara cuál es
la predisposición genética, y al ser los hábitos sanos recomendables
para todas las personas, independientemente de esta enfermedad, el
objetivo que busca la salud pública es que la población no caiga en las
garras del sedentarismo y la obesidad.
En todo caso, la comida y la alimentación juegan un papel
esencial. Por ejemplo, la proliferación de bebidas azucaradas ha
disparado la incidencia de este mal. No necesariamente porque el azúcar
tenga una relación directa, sino como causa indirecta, a través de la
ganancia de peso asociada. El ejercicio no solo es recomendable porque
ayude a controlar el peso, sino porque mejora la absorción de azúcar y
previene este mal crónico.
Para los que la padecen, también resulta muy beneficioso,
ya que incrementa la sensibilidad a la insulina. Unas nuevas directrices
de la Asociación Estadounidense de Diabetes recomiendan que, más allá
del ejercicio regular, quienes padezcan la dolencia realicen una
actividad ligera cada treinta minutos durante los periodos prolongados
en que estén sentados. Se trata de caminar y estirarse para mejorar la
gestión de la glucosa en sangre. Para ellos, controlar la ingesta de
azúcar sí es crucial, ya que necesitan disponer de una cantidad de
insulina para procesarla que no pueden producir.
Según Cell Reports tampoco es necesario restringir la
glucosa a cero. Hay que moderarla mucho, eso sí, y controlar cuándo se
toma, ya que los mecanismos del cuerpo no son iguales, por ejemplo, en
ayunas y después de comer. Así, una entrada de azúcar con el estómago
vacío puede afectar mucho a un diabético, pero no tanto si esta cantidad
se produce después de las comidas. Los edulcorantes artificiales son la
alternativa para ellos
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