Vergüenza. Rabia. Son algunas de las sensaciones que puedes experimentar si te roban una foto y la publican en internet sin tu consentimiento. Y, si se trata de un desnudo o de una imagen comprometida, el enfado se puede tornar en humillación, e incluso trascender tu vida personal y profesional, a veces de forma permanente.
El fenómeno es cada vez más frecuente en el universo de las redes sociales. Uno de los casos más recientes es el de la exchica de Playboy Dani Mathers, quien difundió en su cuenta de Snapchat una fotografía de ella misma en el vestuario de un gimnasio en la que se veía también a una mujer de 70 años desnuda en la ducha.
En otras ocasiones, las imágenes se utilizan para extorsionar a la víctima, sobre todo en sociedades en las que mostrar determinadas partes del cuerpo o llevar una indumentaria determinada es sinónimo de rechazo social.
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