En gran parte del territorio de los Estados Unidos se retrasará una hora a los relojes, a partir de este próximo domingo día seis, para convertirse en el horario oficial, no sucediendo así en los estados de Arizona, Hawai, Samoa, Guam, Puerto Rico y las islas Vírgenes.
Como cada otoño, los días se empiezan a hacer más cortos, interfiriendo con la rutina de muchos estadounidenses. Dicha medida, adoptada en EEUU desde 1918, es para ahorrar energía a lo largo del país, como lo hacen también muchos países de Europa, desde la Primera Guerra Mundial con el propósito de incrementar el ahorro de energía al máximo y aprovechar mejor la luz solar que brilla durante horas diurna.
Tras el final de la Primera Guerra Mundial la impopularidad de la medida hizo que el Congreso de USA repudiara el cambio de horario con una mayoría suficiente como para anular el veto del presidente Woodrow Wilson, pero el presidente Franklin D. Roosevelt reimplantó el cambio de horario durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), de febrero de 1942 a septiembre de 1945.
En 2005, el entonces presidente, George W. Bush, firmó una Ley de Política Energética que estipuló que el horario de invierno comenzaría a partir del 2007 el primer domingo de noviembre, y no el último de octubre, como venía siendo hasta entonces. La modificación obedeció a la “Ley de Política Energética” que reajustó los días del horario de invierno y verano.
Debido a esa legislación aprobada en 2005, el horario de verano (o como se le conoce en inglés, Daylight Saving Time) en Estados Unidos empieza en el segundo domingo de marzo y concluye en el primer domingo de noviembre.
El Departamento de Transporte se encarga de supervisar los cambios horarios desde 1966, cuando el Congreso transfirió esta responsabilidad hasta entonces de la Comisión Interestatal de Comercio. Se volverá hacer el cambio al horario en marzo de 2016.
Por Ramón Mercedes
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