26 de enero de 2020

Conoce las novias de Juan Pablo Duarte

La vida amorosa del patricio Juan Pablo Duarte
Aunque muchos insisten en ver al patricio Juan Pablo Duarte como un ser inmaculado y puro, incapaz de sucumbir a las pasiones más humanas, la realidad es que Duarte amó mucho en su vida. El amor de pareja no le fue ajeno, pues a la edad de 23 años estuvo comprometido por primera vez.
En el libro “Apuntes duartianos”, el historiador Pedro Troncoso Sánchez detalla que fue en 1836 cuando al joven Juan Pablo le sobrevino lo natural e inevitable.
“Se enamoró de María Antonieta Bobadilla y ella le correspondió”, dijo. El Museo de Duarte conserva la sortija que éste le diera a Bobadilla como señal de compro- miso.
Otra novia
José Joaquín Pérez Saviñón, historiador, comenta el desenlace de la primera historia de amor del patricio: “Por razones que se desconocen el compromiso se rompió”. Pero Duarte tendría oportunidad de volver a enamorarse, esta vez de una descendiente de catalanes y pariente de varios patriotas, Prudencia Lluberes, La Nona.
Troncoso Sánchez dice en “Apuntes duartianos” que “esta segunda novia recibió, como la primera, su promesa de matrimonio simbolizada en una sortija”.
Pero, dice Pérez Saviñón, esta segunda relación fue la más bella de su vida, pero sucumbe ante su agitada existencia.
En “Duarte romántico”, el discurso de ingreso en el Instituto Duartiano de Emilio Rodríguez Demorizi, el historiador describe cómo la vocación patriótica no le permitió relaciones duraderas. “En Duarte no hay un solo elemento volitivo que pueda separarse de su ideal romántico, de su ideal de Patria (…) Hasta cuando el amor le encadena fugazmente, una y otra vez, la Patria está presente y se interpone victoriosa”.
“Nona” Luberes, eterna enamorada
Siempre perseguido por sus ideales, Duarte amó, pero no pudo seguir con Prudencia “Nona” Lluberes. Pérez Saviñón comenta que Yovanny Ferrúa escribió un artículo destacando que ya en el exilio, Duarte quiso casarse con ella por poder, pero no lo dejaron porque ya padecía tuberculosis. “Incluso le rompían a ella las cartas que él le mandaba por temor al contagio, por eso no se conservan cartas amorosas de Duarte”, dice el presidente del Instituto Duartiano.
Pérez Saviñón asegura que Prudencia siempre esperó y soñó con el Padre de la patria.
No se casó nunca. “Cuando trajeron los restos de Duarte, Nona vivía frente al parque Colón y la sacaron al balcón ya ciega, muy anciana y se dice que ella dijo: ‘Hasta aquí te he seguido Juan Pablo’, y a los pocos meses murió”, narra.
Un amante del sexo femenino
En los “Apuntes de Rosa Duarte”, del Instituto Duartiano, edición y notas de Emilio Rodríguez Demorizi, Carlos Larrazábal Blanco y Vetilio Alfau Durán, se destaca un curioso pasaje durante la estancia de Juan Pablo Duarte en Hamburgo, ciudad de Alemania, adonde llegó en octubre de 1844, luego de ser exiliado por Pedro Santana.
Luego de asistir a diversas actividades y visitar los monumentos más representativos de la ciudad, Duarte dice: “Debo a la alta sociedad hamburguesa, o si se quiere, a la aristocracia, muchas pruebas de estimación y respeto; el considerar que estaba sufriendo por mi patria me atrajo muchas simpatías hasta en el sexo bello.
Las hamburguesas son afables, pero lo que las hace más amables es que unen la amabilidad al decoro”.
Aunque se conoce poco de su vida en Venezuela, el director del Instituto Duartiano refiere la existencia de una venezolana (la cual al parecer no sucumbió a los encantos del patricio) a quien Duarte dedicara, en el exilio, el poema “Súplica”, cuyos versos rezan: “Si amoroso me vieran tus ojos/ acabaran mis penas en bien/ pues quitaras así de mi sien/ la corona que ciñe de abrojos (…)”.

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