Se daba casi por un hecho que, dado su desempeño como compañera de boleta de Luis Abinader en el pasado proceso electoral, Carolina Mejía continuaría acentuando sus pasos y su perfil en política para, de la mano de su padre, el expresidentes Hipólito Mejía, competir internamente con el primero y convertirse en la candidata del PRM en el 2020. En pocas palabras, muchos pensaron que la edad y otros factores pesarían lo suficiente para que el carismático y controversial personaje de la política criolla, antes que cerrarle el paso a su hija con aspiraciones propias, prefiriera apuntalarla en una posible candidatura presidencial.
Sin embargo, como el hombre sigue siendo lo que se llama “un animal político”, y los que le ven más a menudo dicen que luce “entero”, lo cierto es que es muy temprano para cantar victoria o afirmar con certeza que habría “pase de antorcha”. Sobre todo, cuando desde muy temprano ya hay gente de la suya que comienza a moverse y a dar algunos pasos, sobre la base y la creencia, casi ciega, de que Hipólito sería de nuevo candidato.
Algunos llegan más lejos, porque hasta han planteado la posibilidad de una gran jugada que retorne a Mejía al PRD, de donde salió expulsado tras sus diferencias con Miguel Vargas, y contrario a lo que pasó con Hatuey, cuando Mejía era Presidente y usó el poder a manos para cerrarle el paso, Vargas le ganó el pleito y se mantuvo al frente de la organización.
Claro, el que más perdió fue el partido que lideraron Bosch y Peña, porque volvió a dividirse, no ha podido volver al poder, y para conservar determinados espacios a nivel del Congreso y los de ayuntamientos debieron llegar a una alianza estratégica con el PLD y su candidato, Danilo Medina. Vargas, pese al bastón que por un tiempo debe usar, entró a la Cancillería bien plantado o con buen pie.
Por lo emblemático del PRD -y por lo raro- fue importante ese apoyo para el PLD y para Medina, pues en la actual coyuntura le puede servir de puente al Gobierno para atraer o para “tranquilizar” a alguna gente del PRM. De ahí, además, del aporte para que la votación a favor de Medina llegara al 62%, la importancia actual del PRD y de Miguel, que algunos no han querido ver.
Por cierto, Hipólito -en el escenario y en el momento menos indicado- volvió a tildar a Vargas de “traidor”, dicen que poco después de cruzarse un saludo en ocasión de coincidir en la funeraria. Había cámaras y micrófonos, pero no era el sitio para la respuesta dada, por respeto, por la memoria y la importancia del muerto y... por el riesgo mismo de recordar quien fue el que dividió y sacó del poder al PRD, hasta el día de hoy (¿?).
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