12 de junio de 2014

Felipe VI empieza a reinar al final de una crisis, su padre al inicio de otra

Felipe VI será proclamado rey de España cuando el país emerge de una larga recesión, una coyuntura económica compleja que sin embargo era sensiblemente más dramática cuando en 1975 llegó al trono su padre, Juan Carlos I, ya que aquel año comenzaba una durísima crisis.
 
Todos los expertos consultados coinciden en que la situación económica española es ahora "menos mala" que hace 39 años, aunque ahora empeoró la actitud de los ciudadanos y la ilusión se ha transformado en desánimo.

Esto "puede chocar teniendo en cuenta el impacto de la actual crisis, pero la capacidad del país para producir riqueza era inferior y la renta per cápita estaba en niveles mucho más bajos", asegura el secretario general del centro de estudios ESADE, Francisco Longo.

La situación económica en España cambió mucho en cuatro décadas, como demuestra la evolución del producto interior bruto (PIB), que se ha multiplicado por 29 entre 1975 y 2013 (de 36.289 millones de euros a 1,022 billones de euros), pero también ha aumentado considerablemente la deuda pública, que casi llega al billón de euros.
En 1975 la riqueza media por habitante y año era de alrededor de 569 euros (entonces 94.823 pesetas), según datos de 1976 del Instituto Nacional de Estadística (INE), y a cierre de 2013 es de 22.279 euros, 39 veces más.
"La situación era tremenda, pero la gente estaba dispuesta a aceptar penalidades muy serias en pro de la transición a la democracia tras la muerte de (Francisco) Franco. Ahora estamos como los niños ricos que se oponen a todo", opina el profesor, economista e historiador Gabriel Tortella.
Cuando el rey Juan Carlos llegó al trono en noviembre de 1975, España sufría la crisis internacional del petróleo, que estalló en 1973 y llegó a multiplicar por diez el precio del crudo.
Una crisis europea que, "como siempre, llegó más tarde a España y con mayor intensidad. Y tampoco es una excepción que las políticas de ajuste se empezaran a aplicar mucho más tarde", explicó Almudena Cemur, coordinadora del servicio de estudios del IEE.
Los últimos gobiernos franquistas habían subvencionado la subida del petróleo, con enormes repercusiones para las cuentas públicas, pero en la transición acabaron por trasladarse a los precios, lo que generó una inflación rampante.
En contraste con lo que ocurre ahora, en que se habla del peligro de deflación (bajada continuada de precios) y el Banco Central Europeo (BCE) toma medidas para evitarla, cuando Juan Carlos I llegó al trono se registró una subida de la inflación del 13,9 % interanual, que llegaría al 19,8% en 1978.
En paralelo a la escalada de la inflación, y en plena desindustrialización, España empezó a sufrir con más saña la lacra del desempleo.
Si bien las cifras eran mucho menos importantes que en la actualidad -cerca de un 26 % de la población activa- de nuevo el problema era que entonces iban a más, sin que además hubiera subsidio de desempleo.
"La capacidad de la economía española para generar empleo era inferior a la actual. Las empresas del sector exterior están tirando muy fuerte de la economía", dice Longo.
Este es precisamente otro de los aspectos reseñables del gran cambio de la economía española: hace 39 años el valor de las exportaciones españolas era de 2.651 millones de euros (441.091 millones de pesetas) y en 2013 ha llegado a los 234.239,8 millones de euros.
Hay un aspecto en el que España ha empeorado y que, según el profesor Tortella, "pagarán nuestros nietos": la deuda pública.
En 1975 era de 3.496 millones de euros (581.842 millones de pesetas, un 9,84 % del PIB), y cuando llegue Felipe VI al trono es de 990.466 millones de euros (un 96,8 % del PIB), según el último dato disponible.

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