Washington, Estados Unidos. Un condenado por asesinato en el estado
de Alabama, sur de Estados Unidos, será ejecutado este jueves luego de
que sus abogados le ayudaran a evitar la aplicación de la pena capital
en siete ocasiones en el pasado.Las veces anteriores en las que estuvo a punto de ser ejecutado,
Tommy Arthur, de 75 años, invitó a su familia al corredor de la muerte
para decirle adiós.
Pero en cada ocasión la ejecución fue postergada y pudo evitar la
inyección letal. La séptima vez ya no quiso invitar a sus familiares:
era muy doloroso.
Conocido como “el Houdini de la muerte”, Arthur debería ser atado a
una camilla en la cámara de ejecución a las 23H00 GMT de este jueves, en
lo que será su octavo -y posiblemente último- encuentro con el sistema
de pena capital del estado Alabama.
Arthur fue sentenciado a muerte por primera vez en 1983 por
un asesinato que él asegura que no cometió. Desde entonces, en Alabama
se han ejecutado a 58 prisioneros, mientras él se las ha ingeniado para
evitar la suya. La última vez, en noviembre de 2016, logró una
suspensión de la ejecución a solo minutos de la hora en que debía estar
atado en la camilla para recibir la inyección letal.Su caso ha sido criticado tanto por quienes apoyan la pena de muerte
como por quienes se oponen. Estos últimos ven lo que le ha pasado como
una forma de tortura psicológica, mientras que los partidarios de la
pena de muerte creen que Arthur y sus abogados han jugado con el sistema
legal para burlar la justicia.
Ya había cumplido cinco años por el asesinato en 1977 de su
hermanastra, y para entonces gozaba del beneficio de un permiso de
libertad condicional. Se declaró culpable de este primer asesinato,
aunque afirma que fue un accidente que achaca al hecho de que estaba
borracho en ese momento. Pero siempre ha negado ser el asesino de
Wicker.
La sobrina de Troy Wicker declaró a los medios de Alabama que
la ejecución significará para la familia un cierre definitivo tras
décadas de dolor: “Espero que no vuelvan a suspender esta ejecución”,
expresó.
Sus abogados exigen que las evidencias recolectadas en la escena del
crimen se sometan a modernas pruebas forenses, y también cuestionan la
droga que le inyectarían, pues la misma tardó trece minutos para matar a
un prisionero el pasado diciembre.
También pidieron que se permitiera a los testigos a la ejecución el
uso de sus teléfonos celulares, una petición que ya fue rechazada por
una corte de apelaciones. Pero los abogados introdujeron una apelación
de última hora ante la Corte Suprema.
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