Se espera manifestaciones en ciudades como Nueva York, Chicago,
Seattle y Los Ángeles. También hay actos previstos en docenas de
ciudades más pequeñas, desde Ft. Lauderdale, en Florida, a Portland,
Oregon.
En muchos lugares, los activistas han pedido a la gente que no acuda a
sus empleos, a la escuela ni a comprar para mostrar la importancia de
la inmigración en las comunidades estadounidenses, pero todavía está por
verse si tal llamado será acatado.
En Estados Unidos el Día del Trabajo no se celebra el 1 de mayo como
en casi todo el mundo, sino el primer lunes de septiembre. No obstante,
la jornada se ha convertido en una fecha clave para migrantes en Estados
Unidos desde las multitudinarias protestas de 2006 contra una propuesta
de ley sobre inmigración.
“Nunca habíamos visto un apoyo tan grande como el que tenemos desde
la elección de Donald Trump”, señaló Kica Matos, portavoz del Fair
Immigration Reform Movement.
En sus primeros 100 días en la Casa Blanca, Trump ha promovido
intensamente la implantación de las normas migratorias, incluyendo
órdenes ejecutivas para levantar un muro en la frontera con México y
para vetar la entrada al país desde seis naciones de mayoría musulmana.
El gobierno detuvo a miles de personas que estaban de forma ilegal en el
país y amenazó con retener la financiación a las jurisdicciones que
limitan la cooperación entre las autoridades migratorias locales y
federales.
En respuesta, los líderes locales prometieron pelear y la
participación cívica aumentó, incluyendo el “Día Sin Inmigrantes” en
febrero. El veto migratorio y la norma contra las conocidas como
“ciudades santuario” fueron suspendidas temporalmente en los tribunales.
Además de las manifestaciones, activistas por los derechos de los
migrantes en comunidades de Indiana, Massachusetts, Texas y otras partes
del país convocaron huelgas para mostrar al país la demanda de mano de
obra migrante y su poder de compra.
“En este día, no iremos a trabajar. No iremos a la escuela. No
compraremos nada”, dijo Francisca Santiago, una trabajadora en una
granja de Homestead, Florida.
Defensores de los inmigrantes esperan que su mensaje llegue a Trump, a
los legisladores del congreso y al público, además de proporcionar un
sentido de unidad y fuerza entre los opositores a las políticas del
gobierno.
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