El presidente Donald Trump alcanzó ayer la marca
simbólica de los 100 días al frente del gobierno, con una gestión que ya
tiene un efecto preocupante para los inmigrantes en situación
irregular, viviendo ahora la amenaza real de la deportación.
Trump pavimentó su camino a la Casa Blanca con un paquete de promesas
que incluía la expulsión de los más de 11 millones de inmigrantes en
situación irregular, independientemente de su situación familiar, y la
construcción de un muro en la frontera con México.
De esa forma, la llegada de Trump a la Casa Blanca representó el
sepultamiento definitivo de las ilusiones de una reforma migratoria como
la que impulsaba el ex presidente Barack Obama, y marcó el inicio de
lleno de una era de miedo e inseguridad para inmigrantes.
"El nuevo escenario, con arrestos sin distinción si se trata de
criminales o no, es preocupante. Porque deja en situación de riesgo a
toda la población migratoria", dijo a AFP la experta Maureen Meyer, del
centro de análisis WOLA, en Washington.
Como las entidades de defensa de los inmigrantes recuerdan
constantemente, la inmensa máquina estadounidense de deportación ya
funcionó durante el gobierno de Obama, quien incluso llegó a ser llamado
'Deportador en Jefe' por los activistas más críticos.
Pero la administración de Obama buscaba evitar separar familias y al
mismo tiempo impulsó, en el tramo final de su gestión, un mecanismo para
que inmigrantes cuyos hijos hayan regularizado su situación también
puedan beneficiarse de un proceso de normalización.
Con el nuevo gobierno, sin embargo, la cuestión pasó claramente a ser
vista en el ámbito de la seguridad nacional, que se resolverá en parte
mediante un fortalecimiento de la presencia armada ostensiva a lo largo
de la frontera con México.
"La seguridad migratoria es seguridad nacional", dijo Trump ayer
viernes, en una frase que resume en apenas seis palabras la nueva visión
sobre el fenómeno migratorio.
- Factores permanecen - Los números parecen mostrar las consecuencias de la llegada de Trump a la Casa Blanca.
De acuerdo con el Departamento de Seguridad Interna (DHS, en inglés),
en marzo los agentes fronterizos arrestaron 12.193 personas -en su
absoluta mayoría centroamericanos- que intentaban cruzar ilegalmente la
frontera.
En octubre pasado ese número se había elevado a más de 66.700 personas.
El número verificado en marzo representa el menor nivel mensual de
arrestos desde octubre de 1999. Esta disminución "no es un accidente",
dijo el secretario de Seguridad Interna, John Kelly.
Sin embargo, en estudio elaborado por WOLA apuntó que la disminución
en el número de arrestos de inmigrantes en la frontera es demasiado
extrema para que sea sostenible, y que el fenómeno está lejos de ser
controlado.
Según el estudio, la violencia y el desempleo en América Central
sigue siendo un factor de emigración y no hay evidencias de que los
grupos especializados en tráfico de personas hayan desaparecido ni que
estén bajo presión.
Por eso, los autores del estudio arriesgaron una predicción: "En los
próximos meses los números migratorios se elevarán de los niveles
actuales, a pesar de la retórica dura del gobierno de Trump".
"Hay un factor familiar que no ha desaparecido. Muchas familias en
América Central y México siguen teniendo parientes en Estados Unidos, y
seguirán buscando esa reunificación", dijo Meyer a AFP.
Además, señaló la experta, el desarrollo de los músculos en la
frontera exigirá del gobierno un enorme esfuerzo presupuestario para
iniciativas como aumento de 50% en el personal de patrulla, para no
mencionar la construcción del polémico muro.
"Aumentar el personal en 50% requiere un presupuesto enorme. ¿Tendrá
apoyo del Congreso para eso? Se necesitan muchos fondos, y no está
seguro que los tendrá. No los tiene para construir el muro" en la
frontera con México.
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