Antígona volvió a resucitar, pero esta vez habla árabe sirio de la mano de una veintena de refugiadas que huyeron de la guerra y que narran sus tragedias personales en una adaptación de la obra clásica, que acaba de estrenarse en el Líbano.
Parece que no pasan los años por el texto de Sófocles, que una vez más demuestra su vigencia; en este caso para dar voz a las sirias que han huido al territorio libanés.
"Me gusta el personaje de Antígona, aunque antes no lo conocía. Cuando leí su historia me sorprendió mucho porque su personalidad se parece a la mía, es muy fuerte", cuenta a Efe una de las actrices, Esra, de 22 años.
Esra charla animada con varias de sus compañeras en uno de los descansos del ensayo. Hay mujeres de todas las edades, desde adolescentes hasta amas de casa en la cincuentena, sin experiencia previa en interpretación.
La historia de Antígona ha servido de marco para construir este montaje, en el que cada actriz habla de sus vivencias y de la situación de los desplazados y de las mujeres en general.
Desde el periplo de una ellas para buscar a uno de sus hermanos desaparecidos en el conflicto que nunca encontró, hasta el dolor de la madre que ha perdido a dos de sus hijos o la esposa cuyo marido le obligaba a vestir "niqab", velo que tapa todo el cuerpo menos los ojos. Todos estos temas tienen cabida en la obra.
Las narraciones individuales cobran unidad a través del coro, que sirve para dar detalles de la tragedia del personaje griego de Antígona, que desafió a su suegro y tío, Creonte, para enterrar a su hermano, lo que desencadenó su terrible destino: Ahorcarse para escapar de la condena de morir sepultada viva.
Walaa, otra de las participantes, de 25 años, es doblemente refugiada.
Procedente de una familia palestina que residía en el campo de desplazados de Al Yarmuk, en el sur de la capital siria, lleva desde hace dos años en el Líbano, lejos de la violencia que asuela esta zona de Damasco.
En Antígona, "hablo de algo que me duele, y que es doloroso en general para todas las mujeres y chicas sirias", explica Wafaa.
"Mi familia es palestina pero nací, crecí y estudié en Siria, nunca me sentí como una extranjera -señala la joven-. Cuando llegamos aquí (al Líbano) nuestra situación cambió".
Y es que para Wafaa palabras como "desplazados, refugiados, inmigrantes" cobraron un nuevo significado: "Es algo que nunca me planteé ni sentí antes", indica.
El dramaturgo Mohamed Attar se siente "un privilegiado" ante el cambio que ha podido constatar en las mujeres en este taller.
"Lo puedes ver en muchos niveles, tanto en el técnico, en sus propias voces, como en la confianza en sí mismas, han ganado autoestima", reflexiona.
Attar adaptó la traducción de Antígona, que está en árabe clásico, a un texto más accesible para las refugiadas y a partir de ahí crear una nueva obra con sus propias historias, muchas de las cuales tienen similitudes con pasajes del original o con algún personaje en concreto.
Los últimos tres meses han sido diferentes para Sara, una adolescente originaria de Alepo, que ha pasado de estar la mayor parte del día viendo telenovelas en su casa a ser toda una actriz.
Habla de su rutina fuera del teatro con una mueca de disgusto en el rostro, porque cuando estaba en Alepo era estudiante y soñaba con ser pediatra algún día.
Sara, al igual que el resto de mujeres, reside ahora en áreas humildes del Líbano como los campos de refugiados palestinos de Burch Barachneh, Sabra y Shatila, que ellas mismas describen como prisiones sin rejas.
Hasta allí, se trasladó el equipo de Aperta Producciones, una organización con sede en el Reino Unido que promueve este tipo de iniciativas, para correr la voz entre las desplazadas que quisieran participar en la obra, que anoche fue estrenada.
Un nutrido público acudió al primer día de representación de "Antígona de Siria", dirigida por Omar Abu Saada, en el teatro Medina de Beirut, donde las actrices recibieron una larga ovación, que acogieron muy emocionadas, e incluso con lágrimas.
La obra está en cartel hasta mañana y después quién sabe cómo seguirá la vida de estas mujeres, que han aprendido a alzar su voz de la mano de Antígona.
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